COLUMNAS
"¿Y Cómo Llegamos A Esto?"
por Claudia Ormeño
Comunicadora, Activista
Claudia Ormeño
Claudia Ormeño
-Licenciada en Veterinaria
-Comunicadora e Influencers.
-Activista y comprometida con la política.
¿Y CÓMO LLEGAMOS A ESTO?
Solo para comenzar quiero plantear dos preguntas, de esta manera podremos responder realmente la pregunta inicial. La primera: ¿Cuánto hemos escuchado hablar de la batalla cultural? Segundo, si la batalla es cultural ¿Por qué seguimos defendiendo y trabajando en ideas políticas?
Diversos pensadores, incluso antes de Marx, han desarrollado una línea de pensamientos que van en una línea destructiva a las personas. Y comienzo con esto, hablando de personas y no de individuos porque individuos pueden ser las bacterias, las hormigas o cualquier sujeto de interés, me interesa realzar a las personas, entendiéndolas como un binomio material y espiritual, reconociendo su dignidad y su personalidad única. No considerar esto, es uno de los primeros errores que observamos habitualmente en defensores de ideas políticas.
Entendamos la cultura como una orgánica entre varios factores, en nuestro caso, la cultura occidental compuesta por cuatro pilares: la ciencia, la filosofía, el arte y la religión. Aquí recae el segundo error. Nuevamente intentamos desesperadamente levantar ideas políticas, cuando en realidad lo que debiéramos estar haciendo es a toda costa recuperar y defender nuestra cultura occidental. Cultura que nos permitió el desarrollo que tuvimos. Pero que hoy se ve gravemente amenazada por una corriente incivilizatoria, muy evidente en las conductas aberrantes que presenta nuestra sociedad cotidianamente. Desde el no respeto a la institucionalidad, las reglas sociales establecidas para el bien común, la pérdida de valores como la ética, moral, entre otros, incluso no respetar los espacios públicos y destruirlos. ¿Como alguien no valora un entorno bello?
Pero seguimos cometiendo errores. Seguimos levantando banderas que en realidad para una cultura infectada poco sentido tendrá. Incluso nos sumamos a su causa, defendiendo “nuestras ideas” cayendo en la materialidad. Sobre valorando modelos económicos y explicando que el libre mercado es la manera más justa, democrática, que respeta la individualidad y las libertades personales, “estabilidad”, que ha llevado al éxito a muchos países, entre muchos otros argumentos.
De existir Gramsci en estos tiempos, se reiría en nuestras caras, aunque no dudo que aquellos que promueven el posmodernismo, lo hagan. Estamos pensando como Marx. Lo curioso es que “nuestro” discurso es “las ideas marxistas son ideas fracasadas”.
Siendo el arte uno de los pilares de la cultura nos muestra de manera palpable como ha sido este proceso de decadencia cultural. Primero debemos diferenciar entre una verdadera obra de arte y del constructo que promueve el posmodernismo como tal. Desde la revolución francesa tuvimos una pérdida de tradición artística masiva, luego de una gran persecución y matanza a artistas, desde entonces comienza el arte a perder elementos fundamentales. La decadencia comenzó, pero es en la escuela de Frankfurt en donde se asientan todos los pensadores a formalizar la destrucción cultural, con un único fin: deconstruir a las personas con fines políticos. Deconstruir el arte es bastante simple, lo complejo es lo que genera a nivel cultural. Pero, no todo está perdido, porque a nuestro favor tenemos la realidad, la verdad y la búsqueda del bien y la trascendencia de manera natural en el ser humano. Basta solo con presentar una verdadera obra de arte a una persona, para encender una chispa en su interior, llegar al alma. ¿no es esto lo que pretende el arte?
Quiero cerrar con un ejemplo que debería guiarnos a todos y no pasar desapercibido en los libros de historia. En Cuba, fue un grupo de tímidos poetas, en la comunidad de San Isidro, quienes de manera clandestina se juntaban a escribir y recitar poesía verdadera, sin colores políticos, arte real, quienes encendieron una llama de esperanza a un país completo que fue oprimido durante décadas. Se atrevieron a traspasar las barreras del posmodernismo, aunque muchos de ellos, extrañamente, son “presos políticos”. Hoy se levanta un movimiento político llamado “San Isidro” en honor a ellos, que se revela en contra de la hegemonía política. Este ejemplo nos muestra que un acto de defensa cultural honesto concluye en el despertar de una sociedad y a la defensa del bien en sí mismo. De manera orgánica un grupo de personas reaccionó de manera política y no al revés.
Debemos trabajar en retomar y enriquecer nuevamente nuestra cultura es la única manera de tener una mejor sociedad, de salir del abismo autodestructivo al que nos están llevando. Y no tiene sentido alguno, seguir poniendo expectativas en la política, que solo debe representar las ideas de una sociedad. Si una sociedad está en decadencia, la democracia nos llevará a la decadencia política.